jueves, 25 de agosto de 2011

Don't worry, I'll be okay... someday.

No sé por dónde empezar, qué hacer o cómo reaccionar, qué pensar... no sé nada.
Me siento terriblemente mal, por la escuela, por mi familia, por mi madre, mi hermana, por mí.
No sé qué hacer, no encuentro salida, ni siquiera soy suficientemente valiente para el suicidio, o quizá debería decir "suficientemente estúpida".

Odio estos momentos de impotencia.

No tengo voz, no tengo oídos ni ojos. No tengo sentido del gusto u olor.
No tengo nada.

Escribir hacía que mis sentidos se agudizaran, por medio de la imaginación. Yo sola me entiendo.

No tengo voz porque no puedo hablar. No se me permite.

No tengo oídos a pesar de que me griten que escuche y no oiga. Pero yo no quiero oír ni puedo, mi corazón, mi alma y mi mente me gritan constantemente.

No tengo ojos, y no lo digo porque tengo miope. O tal vez sí. Cada vez estoy más ciega, hay momentos en que todo se me pone negro y después de unos segundos todo regresa a la normalidad, trato de fingir que estoy bien y nada me pasa para que mi madre no me grite, regañe y me obligue a usar anteojos. La cosa es que sólo quiero ver las letras de los libros, nada más.

No tengo sentido del gusto. La comida no me sabe tan bien como antes. Ya no la disfruto a pesar de que "sabe bien".

No tengo olfato, por más que huela una rosa, no la puedo oler. De hecho, muchas veces ni siquiera noto el mal olor de las cosas o lugares, excepto cuando son "pestes nuevas".

No tengo nada. Siento como si me hubieran cortado las manos.

¡Hubiera preferido que me cortaran las manos!

Estoy experimentando tantos sentimientos al mismo tiempo, que parece que ya ni puedo sentir algo.
Me siento... ¿quieres saber cómo me siento? ¡MUERTA!

Pero, ¿saben qué? No importa, no se preocupen, no hay de qué preocuparte. Estaré bien, algún día. Ya verán, todos ustedes, ¡todo el mundo lo verá!

Porque todo es relativo, nada es absoluto, y si no me creen, vayan a la tumba de Albert Einstein o hagan una sesión espirutual y preguntenle a él.

Porque siempre se puede, como dijo "Violet Baudelaire" en "A Series of Unfortunate Events", escrito por Daniel Handler (Lemony Snicket).

Y porque, como todos han dicho alguna vez (y si no, deberían): La esperanza muere al último.